El libro expone, el ojo completa




La feria, entendida como “espectáculo cultural”, es aquí el escenario donde quisimos encontrar esos pequeños quiebres del artificio: fisuras del relato oficial donde lo espontáneo, lo íntimo o lo inadvertido también cuentan una historia.
Mirar los libros como algo más que objetos expuestos, mirarlos como detonantes de una historia que se completa con la presencia y la acción de quienes los rodean. La búsqueda no es solo registrar, sino darle un sentido. Es, más bien, encontrarlo.
Quizá el título no dice por sí solo lo que el libro es o será. Es más bien una invitación, una sugerencia que cobra significado en la interacción con quien habita en el encuadre. Así, la lectura que proponemos es doble: lo que el libro expone, y lo que el cuerpo dice sin palabras.
Nada queda al azar: esa tensión es lo que hace llamativo y enriquecedor mirar y capturar. Porque la cámara no es solo un instrumento técnico, sino una posibilidad de capturar sentidos escondidos.
Como si el lenguaje se volviera gesto, y el gesto, una nueva forma de leer.